Los caballos de tiro (2): lo que hay que saber

La capacidad que tiene un caballo para tirar de una carreta, de un coche o de cualquier otro vehículo parecido, depende de varios factores. En la primera parte de este artículo hablamos del primero de ellos: la conformación física apropiada. Pero también hay que considerar otros elementos como la salud y el temperamento del animal; el peso (el suyo y el que carga); el tipo de trabajo, la velocidad y en qué condiciones lo realiza (no es lo mismo trabajar en el campo que en la ciudad, en invierno que en verano, ni temprano en la mañana que en pleno mediodía, por ejemplo); la duración de la jornada laboral y, por supuesto, la alimentación y el herraje.

La fuerza que puede ejercer un caballo de tiro en períodos cortos es directamente proporcional a su peso ya que a mayor masa corporal mayor será el esfuerzo que ejerza el animal sobre el punto de resistencia de la collera (como se puede observar en la imagen que aparece más abajo) y mayor será la inercia de su movimiento de avance. Es importante conocer que aunque los caballos de tiro realizan la fuerza de tracción con su tren posterior, esa fuerza se transmite mediante lo que podría llamarse “el sistema de palancas” de la estructura corporal equina para terminar ejerciéndose sobre la collera, mientras con el tren anterior avanzan y mantienen el equilibrio. Es por eso que su capacidad de tracción aumenta en proporción directa a su peso, si bien hay otros factores que también inciden; entre ellos, la velocidad. De todo esto se desprende que no se puede exigir a un caballo que cargue más peso de lo que su cuerpo y sus fuerzas le permiten.

Acción de palanca en el trabajo de tracción de un caballo. (1) Fuerza. (2Z) Resistencia. (3) Punto de apoyo

El esfuerzo de un caballo ligero — cuyo peso es de alrededor 630 libras — trabajando a poca velocidad, será de 48 kilogramos fuerza (kgf); sin embargo, ese esfuerzo, a velocidad media, bajará a 39 kgf. El de un equino semipesado — 1100 libras de peso — bajará de 63 kgf a 50 kgf, y el de uno de tipo pesado — 1870 libras — , disminuirá de 196 kgf a 85, respectivamente. Así que, como se ve, los caballos ni son todos iguales ni son máquinas todopoderosas. Su rendimiento depende de muchos factores. El trabajo de tracción de los equinos se calcula en kilográmetros (Kgf), unidad de medida que resulta de multiplicar la cantidad de kilómetros que recorre el animal por la cantidad de kilogramos que es capaz de cargar en esa distancia.

Los caballos de tracción se clasifican también de acuerdo con su edad, sexo y estado nutritivo. Las hembras, los jóvenes y los más débiles, deben emplearse solo para trabajos ligeros, mientras los machos adultos, fuertes, sanos y bien alimentados, pueden escogerse para realizar labores más intensas y duras. Un trabajo pesado (como la aradura y el arrastre de troncos) necesita un poder de tracción desde 2,1 hasta 3 millones de kgm; uno mediano (como allanar la tierra con una grada) necesita desde 1,5 hasta 2 millones de kgm; y uno ligero (como acarrear agua y materiales y objetos no muy pesados) hasta 1,5 millones de kg al día.

El trabajo con los coches

El caballo que tira de un coche de pasajeros en un área urbana (ciudad) realiza mayor esfuerzo físico que uno que hace el mismo trabajo en un área rural. Hay que tener en cuenta que cada vez que un pasajero va a subir o bajar (lo que ocurre frecuentemente en pueblos y ciudades) o cada vez que el coche llega a un semáforo en rojo o a una señal de PARE, el caballo tiene que detenerse para luego volver a “arrancar de cero”, o sea, halar el vehículo detenido y cargado, como lo hizo al comienzo de la jornada. Esta ruptura de la inercia representa un trabajo fuerte y demanda un gran esfuerzo por parte del animal, que, en tantas paradas y arrancadas, gasta una enorme cantidad de energía (recordar que los caballos están hechos para correr en las praderas y no para trotar en calles asfaltadas y resbalosas deteniéndose cada dos minutos). Muchos cocheros, desconocedores de esta dinámica (o indiferentes a ella), le exigen a menudo al caballo más de lo que sus fuerzas le permiten, hasta que el animal se rinde por agotamiento — lo llaman entonces “caballo negado” — , se resiste a continuar y puede que hasta llegue a rechazar del todo el trabajo de tracción. Entonces, es posible que comience aquí la próxima pesadilla del pobre caballo desfallecido: una lluvia de golpes, latigazos y gritos… Cuesta mucho entender, en verdad, que un ser ¿humano? se comporte de manera tan brutal, y lo haga, además, contra un inocente animal que es, en definitiva, su compañero de trabajo y le está aportando ingresos y recursos para su vida.

Una de las tantas maneras de evitar esta dramática e inaceptable situación de abuso contra los caballos podría ser ofrecerles cursos y talleres educativos a carreteros y cocheros (cuentapropistas y no cuentapropistas), obligatorios y vinculantes para todos aquellos que tengan o pretendan tener una licencia que implique trabajar con animales, algo de lo que podrían encargarse las instituciones veterinarias municipales, provinciales y nacionales de nuestro país. Estos cursos deberían impartirse incluso después que se haya aprobado el Decreto-Ley previsto para la protección de los animales (podría hasta formar parte de uno de sus reglamentos) porque, aparte de la insensibilidad, la irresponsabilidad y la llana y pura maldad, existe también mucha ignorancia en relación con los animales y cómo entenderlos, manejarlos y tratarlos.

Otro modo — que no excluye al anterior, por supuesto, sino que más bien lo complementa — sería que cada cochero tuviera 3 equinos y los turnara para trabajar, de modo que solo uno de ellos estuviera activo en cada media jornada: mañana o tarde, mientras los otros dos pacen cómodamente amarrados en un área con buenos pastos. Por la noche, los 3 caballos se llevarían a descansar a una cuadra o corral donde se les ofrecería hierba fresca (o una paca de heno) y agua a libre demanda, aunque también podría dárseles un poco de maíz o melaza (son alimentos energéticos) en las cantidades adecuadas y fraccionados, para evitar cólicos. Pero estas son solo algunas recomendaciones muy generales porque la dieta equina no es tan simple y la de un caballo de tiro tiene sus propios requerimientos, así que el tema de la alimentación podría ser también otra área de instrucción destinada a cocheros, carreteros y dueños de equinos en general, a cargo de nuestras instituciones veterinarias. No tener bien alimentado a un animal, más aún si trabaja, es una forma de maltrato (aun cuando pueda deberse a ignorancia humana). Dicen los especialistas que los caballos no deben estar más de 3 horas sin ingerir alimento.

Antes de concluir, sería útil añadir que los caballos deben herrarse cada 30 o 45 días, en dependencia del desgaste de las herraduras y del estado de sus cascos. Sin embargo, el tema del herraje es complejo porque no es algo que pueda hacer cualquiera: es un oficio que debe conocerse y dominarse muy bien, tanto como la estructura del equino; de lo contrario, se hará daño al animal y se afectará su capacidad de trabajo. Muchas de las heridas que se causan a sí mismos, con los cascos, algunos caballos de tiro, se deben, aparte de a una mala conformación, a un mal herraje. Como puede apreciarse, el tema de los caballos está lejos de agotarse, por lo que volveremos a él próximamente y veremos qué otros cuidados estos animales necesitan. Entre ellos, el baño y el cepillado frecuentes.

Fuente: Manual de equinos, ACPA.

Artículo colaboración de Zoila Portuondo

Imagen colaboración de Liliana Serguera

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CeDA — Cubanos en Defensa de los Animales
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CeDA es un proyecto que dirige su trabajo a la disminución de los animales callejeros y vagabundos en La Habana, Cuba.

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