Las mascotas y la COVID 19

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Miedo es, según el Diccionario, la “perturbación angustiosa del ánimo por un riesgo o daño real o imaginario”, y también el “recelo o aprensión [opinión, figuración, idea infundada o extraña] que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea”.

La humanidad está atravesando una situación inédita para la cual no estaba preparada. Se trata de la irrupción de una enfermedad que se expande como el fuego y de la cual se sabe muy poco. Es lógico, pues, que la gente se asuste, porque aun cuando la muerte ocurre en bajos porcientos, lo cierto es que ocurre. Y, como si ya eso no fuera suficientemente inquietante, el “enemigo” al que nos enfrentamos — el SARS-CoV-2 — se mueve de modo invisible y silencioso, lo cual, naturalmente, incrementa los temores. Este fenómeno, por otra parte, está ocurriendo en un mundo híper conectado, donde las noticias — verdaderas y falsas — , las opiniones, historias, fotos, fabulaciones, profecías, estadísticas, reportajes, y todo cuanto hay en el mundo de la comunicación, recorren el planeta a la velocidad de un rayo generando agitación e inquietud. Los psicólogos advierten que el bombardeo constante de información puede incrementar los niveles de ansiedad en cualquier ser humano, más aún si se trata de personas PAS (Personalidad Altamente Sensible). A esto añaden que la sobrecarga de información falsa — no científicamente validada — así como la acumulación de preocupaciones — ocupaciones anticipadas — no solo afectan significativamente el bienestar físico y psicológico, sino que pueden acelerar la mente de manera apocalíptica, inundándola de pensamientos inútiles y estériles que pueden conducir a la inestabilidad emocional… Y de la inestabilidad emocional a la irracionalidad no hay más que un paso, si es que no son sinónimos.

Como ha afirmado el psiquiatra Augusto Cury, autor del libro Ansiedad, cómo enfrentar el mal del siglo, “El miedo es el VIRUS MÁS GRAVE que puede afectar a los seres humanos. Hace que entremos en pánico y tomemos actitudes irracionales como discriminar a los demás, desarrollar una ansiedad grave […] y perder la habilidad para […] responder inteligentemente ante situaciones estresantes. […] El Covid-19 es un problema mundial que las personas tenemos que tratar con más racionalidad y menos pasión.” La presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina Claudia Borensztejn nos recuerda, por su parte, que “existe una diferencia entre el miedo y el pánico”. Mientras que el miedo surge como respuesta a una amenaza real, “el pánico [miedo extremado o terror producido por la amenaza de un peligro inminente, con frecuencia colectivo y contagioso] tiene ese plus de irracionalidad, desborde y angustia”.

Los psicólogos también explican que la crisis colectiva que enfrentamos hace que se ponga en marcha un mecanismo que algunos llaman “sistema inmunológico de conducta”, el cual puede conducir a reacciones extremas como la xenofobia y el racismo, algo que se ha podido apreciar también en estos días, junto — ¡por fortuna! — a actitudes altruistas, compasivas y cooperativas. El sistema inmunológico de conducta es capaz de provocar en la gente reacciones fuera de lugar desencadenadas por informaciones irrelevantes, lo que lleva a la toma de decisiones que nada tienen que ver con la amenaza real. En este contexto “algunas personas reaccionan con demasiada intensidad a las cosas que interpretan como un posible riesgo de infección”, apunta Lene AarÝe, científica de la Universidad de Aarhus en Dinamarca.

Entonces, sabiendo esto, o sea, la manera en que puede afectarnos psicológica y emocionalmente una pandemia, hacemos un llamado a la serenidad y la cordura. El prolongado encierro, la ausencia de transporte, el alejamiento de nuestros familiares y amigos, la incertidumbre en cuanto al tiempo que durará la crisis y cuáles serán sus consecuencias, el miedo al “enemigo silencioso que nos amenaza”, podrían llevar a algunas personas a cometer atrocidades injustificadas como sería arrojar a la calle a sus mascotas por imaginar que ellas constituyen un peligro de contagio. El doctor Francisco Durán, Director Nacional de Epidemiología del Ministerio de Salud Pública de Cuba y otras autoridades sanitarias de nivel mundial han explicado reiteradamente que no está comprobado que los animales afectivos sean agentes de transmisión del SARS-CoV-2 — nombre del coronavirus que produce la COVID 19 — . Una de las entidades más calificadas, la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por sus siglas en inglés) ha publicado, entre otras cosas, lo siguiente:

Los coronavirus (CoV) son una familia de virus. Las infecciones por CoV son frecuentes en animales y humanos. A pesar de que algunas cepas de CoV son zoonóticas, es decir, pueden transmitirse de los animales a los humanos y viceversa, la mayoría de las cepas no son zoonóticas. En humanos, los CoV pueden causar diferentes enfermedades, desde resfriados comunes a enfermedades más graves como el Síndrome respiratorio de Oriente Medio (causado por el MERS-CoV) y el Síndrome respiratorio agudo grave (causado por el SARS-CoV). Investigaciones minuciosas han demostrado que el SARS-CoV se transmitió de la civeta a los humanos y el MERS-CoV del dromedario a los humanos.

La vía de transmisión predominante del COVID-19 es de humano a humano. La información disponible actualmente sugiere que el virus que produce la COVID-19 surgió de un origen animal. No obstante, hasta el momento, no se dispone de suficiente evidencia científica para identificar el origen del virus o explicar la vía de transmisión original a los humanos (que puede implicar un huésped intermedio).

Ahora que las infecciones por el virus COVID-19 se han distribuido ampliamente en la población humana, existe una posibilidad de que algunos animales se infecten a través de un contacto cercano con humanos infectados. La infección de animales por el virus del COVID-19 puede tener consecuencias para la sanidad y el bienestar animal y para la conservación de la fauna silvestre. [O sea, que nosotros debemos proteger a nuestros animales.]

En la actualidad, no hay evidencia que sugiera que los animales infectados por humanos tengan un papel en la propagación del COVID-19. Los casos en el hombre se deben a un contacto de persona a persona.

Hasta la fecha, no existe evidencia de que los animales de compañía tengan un rol significativo en la propagación de la enfermedad. Por consiguiente, no existe justificación alguna para tomar medidas relacionadas con los animales de compañía que puedan afectar su bienestar.

Han sido reportados a la OIE algunos ejemplos de infección en animales. Hasta ahora, parecen casos aislados y no existe evidencia alguna de que los animales de compañía estén tomando parte en la transmisión de la enfermedad en los humanos, como tampoco de que se enfermen. Sin embargo, teniendo en cuenta que los animales y los humanos en ocasiones pueden verse afectados por las mismas enfermedades (denominadas zoonóticas), se recomienda que las personas enfermas con COVID-19 reduzcan el contacto con los animales de compañía u otros animales. En el contacto y cuidado de animales, siempre se deben tomar medidas básicas de higiene. Estas medidas incluyen lavarse las manos antes y después de estar en contacto o manipular a los animales, su comida o sus artículos, así como evitar besarlos, lamerlos o compartir comida con ellos. Siempre que sea posible, las personas que estén enfermas de COVID-19 deben evitar el contacto directo con sus mascotas y dejar su cuidado a otros miembros del hogar. Pero si estas personas han de ocuparse de sus mascotas, deben respetar las buenas medidas de higiene y, en lo posible, utilizar una mascarilla. Los animales propiedad de personas infectadas por el COVID-19 deberán mantenerse en el interior tanto como sea posible y se deberá evitar al máximo el contacto con estas mascotas.

La Asociación Estadounidense de Medicina Veterinaria (AVMA, por sus siglas en inglés), por su parte, ha publicado lo siguiente:

Expertos mundiales en enfermedades infecciosas, así como múltiples organizaciones internacionales de salud animal coinciden en que no hay evidencia que indique que las mascotas se enferman de COVID 19 o que lo transmiten a otros animales ni personas. Si usted no está enfermo de COVID 19, puede interactuar normalmente con su mascota, como siempre. Aunque debe mantener buenas normas de higiene durante esa interacción, o sea, lavarse las manos antes y después de tocarla, mantenerla limpia, lavar regularmente sus platos de agua y comida, su manta de dormir y juguetes. Las personas enfermas de COVID 19 no deben interactuar con sus mascotas por lo que deben dejar la atención de las mismas a otro miembro de la familia. Si el enfermo no tiene a quién recurrir debe atender a su mascota usando una mascarilla [nasobuco] y no besarla, abrazarla ni compartir su comida con ella [o sea, darle bocados que el enfermo se haya llevado a la boca]. Debe siempre lavarse las manos antes y después de tocar al animal.

Pero hay mucha, muchísima más información seria y confiable sobre el asunto de la COVID 19 y las mascotas, que puede ser consultada en Internet. Entonces, dueños de mascotas y familiares de dueños de mascotas, no se dejen asustar por comentarios infundados que los conduzcan a tomar decisiones injustas e injustificadas contra sus queridos y fieles animales, decisiones dictadas por el pánico que generan estas situaciones. Eviten caer en extremos. Gestionen adecuadamente sus emociones, infórmense, y actúen racionalmente. No hay razón para temer que nuestros animales puedan contagiarnos el SARS-CoV-2, porque, como han declarado las autoridades sanitarias de Cuba y del mundo, hasta ahora el mayor peligro está, con relación a ellos, en que seamos nosotros quienes los contagiemos y no a la inversa. Nuestras autoridades han declarado que no hay ninguna razón para abandonar o descuidar a ningún animal en medio de esta situación anómala y estresante que vivimos. Si sacamos a nuestro perro a la calle a hacer sus necesidades o si tenemos gatos que andan sueltos, podemos lavarles las patitas con agua y jabón antes de que entren a la casa. Es lo mismo que las autoridades sanitarias nos recomiendan con relación a nuestros zapatos, que no entremos a la casa con ellos puestos. Solo eso. Así también protegemos a nuestras mascotas.

Como les comentamos en un artículo anterior, los animales de compañía son benéficos para la salud física y mental de las personas. Nos alivian la soledad y el estrés, y nos pueden ayudar a sobrellevar la situación de confinamiento que ahora debemos mantener con el fin de evitar contagios. Siempre que mantengamos las debidas medidas de higiene (las mismas que mantenemos con las personas que nos rodean), podemos jugar y divertirnos con nuestras mascotas. Ellas son fuente de afecto, compañía y bienestar. Por eso, hoy menos que nunca debemos expulsarlas de nuestro hogar. Sería injusto, inhumano y cruel.

Nota: Las negritas, cursivas y mayúsculas en las citas son de la autora.

Zoila Mª Portuondo Guerra

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CeDA — Cubanos en Defensa de los Animales

CeDA es un proyecto que dirige su trabajo a la disminución de los animales callejeros y vagabundos en La Habana, Cuba.